No se necesita, infiero, ser Jean-Baptiste Grenoville para darse cuenta que Medellín no huele a flores. La ciudad de la eterna primavera, muy al pesar de su séquito, dista de serlo. Las plantas que caminan en el desfile de silleteros han sido opacadas por el inundante olor de la marihuana.
Tanto para residentes como para extranjeros, la sociedad medellinense ha sufrido una transformación significativa con respecto a la permisividad de la droga, específicamente los diferentes tipos de cannabis sativas. Es tan drástica la situación que encontrar puntos verdes para oxigenar los pulmones se ha convertido en todo un esfuerzo sobre humano. La mayoría de estos lugares, cerros, miradores, parques, altos, han pasado a ser algo parecido a zonas de tolerancia.
Medellín en el bajo mundo ahora es conocido como el Ámsterdam de Latino América. Afirmo lo anterior con toda la seriedad del caso y contaré a continuación la anécdota que me llevó al informante. Me encontraba de camino a verme con una gran amiga. Al paso detallo a un hombre que llevaba en sus manos un tabaco de marihuana encendido y, por sus características de gato Sphynx me hizo entender que no era de aquí. Más adelante vuelvo a encontrarme con el personaje cuando al llegar al punto acordado con mi amiga, el hombre en cuestión también llega. En la barra pide un trago doble de vodka, lo que me permite romper el hielo preguntando por la inexpresión de su rostro. Resulta que es proveniente de Polonia y, llega a Medellín por cuestiones donde el azar no toca un pelo. Por respeto al informante, cambiaré su nombre:
Escuchar leyendas sobre Medellín en mi país y en otras partes de Europa me hizo querer conocer la ciudad… Es maravilla estar caminando por las calles sin problemas, con mi porro encendido, conversando con colegas. (Mirek, 2016).
Para propósitos de este ensayo, le he preguntado a expertos en el área del fumeteo, sobre las posibles causas del fenómeno aquí expuesto. Las respuestas oscilan entre la moda, el parche, el relajo, el ambiente. En conclusión, ninguno de ellos sabía la verdadera razón. Es entonces cuando podría decir que, Medellín como un baño turco, con esencia obtenidas de la planta del cáñamo, hace que tanto hombres como mujeres, niños, adultos mayores y transeúntes en general, caminemos por la ciudad en un son particular de sound-track de película cuando al protagonista ve pasar la ciudad y nada le afecta, nada lo contamina. Podría ser esta la razón de que las problemáticas que saltan a la vista, sean desapercibidas por la mayoría.
Hace poco, la ciudad estuvo en alerta roja por excesos angustiosos de CO2 en el aire. Claro que esto es una problemática, sin embargo, ha estado en boca de todos lo que significa que ahora en boca de nadie. Entonces me pregunto ¿estamos seguros de que lo que respiramos es oxígeno y dióxido de carbono en cantidades proporcionales como para seguir vivos? Mi propuesta es, que además de estos dos componentes, cada bocanada de aire que inhalamos, contiene al menos un cincuenta por ciento de THC.