En Comunicando Belén nos interesamos por la salud mental de la comunidad durante estos periodos de aislamiento social. Por esta razón, invitamos recientemente a la psicóloga Ana Lucía Toro, con quien estuvimos hablando acerca de esta importante temática.
Puedes ver la entrevista completa aquí.
A continuación resumimos algunos de los aspectos más relevantes de la conversación que tuvimos con la psicóloga.
1. Respiración
Una manera de mantener la calma y no dejarnos desbordar por nuestras emociones consiste en hacer ejercicios de respiración. Aunque siempre estamos respirando y nuestro cuerpo lo necesita para sobrevivir, no siempre somos conscientes de que lo estamos haciendo. Así pues, hacer ejercicios de respiración voluntaria nos ayuda a concentrarnos en nosotros mismos, a relajar nuestro estado de ánimo y a brindarle paz a nuestra mente. Para hacerlo debemos tomar aire por la nariz lentamente, conservarlo durante algunos segundos en nuestro vientre y luego liberarlo despacio por la boca. Esto debe hacerse con un ritmo lento y constante, ya que la respiración muy rápida podría hacer que nos hiperventilemos.
2. Actividades
Estar encerrados en las casas no es lo mismo que no hacer nada durante todo el día. Muchas personas se encuentran en situación de teletrabajo durante esta cuarentena; sin embargo, hay días en los cuales no hay actividades laborales pendientes o que simplemente constituyen nuestro tiempo libre. Es recomendable establecer rutinas para seguirlas en la casa, de manera que no perdamos el sentido de la responsabilidad y de las diferentes acciones que podemos hacer. Si convivimos con nuestra familia, estas rutinas deben conservar un equilibrio entre tiempo compartido, distribución de labores domésticas (como por ejemplo lavar los platos, organizar estanterías o hacer el aseo) y tiempo personal, en el que cada integrante de la familia pueda hacer sus actividades favoritas.
Estar distanciados físicamente no significa que perdamos el contacto con nuestro círculo social. En estos tiempos de cuarentena es cuando podemos restablecer la comunicación con amigos o familiares con quienes no hemos compartido mucho tiempo recientemente. Esto no solo nos ayudará a fortalecer nuestras relaciones con dichas personas sino que también supone variedad en cuanto a aquellos con quienes estamos compartiendo el confinamiento. La tecnología es una excelente aliada en este sentido, ya que las llamadas telefónicas y las videollamadas permiten que las paredes de nuestra casa no sean un límite para el intercambio con aquellas personas que también hacen parte de nuestras vidas.
4. Aceptar nuestras emociones
La convivencia con otras personas no siempre es fácil y nos puede producir diversas emociones, tales como ira, desesperación, frustración o angustia. Por si fuera poco, la situación atípica de estar encerrados y de recibir información constante sobre la pandemia y sus consecuencias nos puede generar miedo, ansiedad o pesimismo. Estas emociones son normales y hacen parte de nuestra condición humana. Por esta razón, no se trata de ignorarlas o actuar como si no existieran; antes bien, lo recomendable es poder expresar lo que sentimos con palabras, bien sea para nosotros mismos o para comunicarlo a quienes nos rodean. Reconocer nuestras emociones nos permite vivir con ellas de una manera más saludable y adaptativa, a la vez que mejora nuestra comunicación con los demás. Así pues, no temamos a nombrar lo que sentimos por su nombre propio: frases como “hoy me siento con miedo”, “en este momento siento tristeza”, “eso me da mal genio” o “me siento muy enojado” nos ayudan a llamar a las emociones por su nombre propio y, en consecuencia, a reconocerlas y aceptarlas.
5. Evitar el mal genio
La ira, conocida popularmente como “mal genio”, puede llevarnos a pelear o discutir con nuestra pareja, nuestros hijos o en general con nuestros familiares, especialmente cuando estamos compartiendo el encierro en nuestras casas. Por ello, además de nombrar estas emociones como se mencionó en el párrafo anterior, podemos tratar de tranquilizarnos haciendo uso, por ejemplo, de los ejercicios de respiración que se describieron previamente. Otra forma de ganarle la partida a nuestro temperamento consiste en quemar energías, para lo cual el ejercicio físico puede ser de gran ayuda. Si destinamos por lo menos 30 minutos al día a seguir una rutina de ejercicios (se pueden consultar videos instructivos en internet), no solo estaremos manteniendo nuestro cuerpo saludable sino que nuestra mente invertirá energías que de otra manera gastaríamos en enojarnos.
6. La vida del otro es importante
Las medidas de aislamiento social pretenden proteger nuestra propia salud y evitar que contraigamos la enfermedad. Sin embargo, este autocuidado es también colectivo, pues si evitamos contagiarnos estamos también evitando que se contagien otros, en especial aquellas personas que son más vulnerables, como por ejemplo los adultos mayores, los niños pequeños, quienes tienen enfermedades de base u otros grupos poblacionales. Es muy posible que nosotros convivamos con personas que estén en estos grupos de riesgo, por lo cual cuidarnos a nosotros mismos es la primera herramienta para cuidarlos a ellos. Recordemos que la vida del otro cuenta, que el otro tiene dignidad y es tan persona como nosotros mismos, así que merece nuestro respeto y nuestra responsabilidad. Eludir las recomendaciones del gobierno puede parecernos un pequeño acto de rebeldía y hasta puede que nos sintamos orgullosos de “romper las reglas”, pero esa irresponsabilidad nos podría salir bastante cara.
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7. Pacientes psiquiátricos
Algunas familias conviven con pacientes psiquiátricos, para quienes la situación actual puede suponer eventos más estresantes que los habituales. Recordemos que las personas que requieren atención psiquiátrica pueden necesitarla por razones muy diferentes, como por ejemplo la depresión u otros trastornos del ánimo. Lo más recomendable es que estas personas no suspendan su medicación (si la están tomando) y que continúen bajo la supervisión de profesionales de la salud mental. Si por la contingencia es difícil contactarse con el profesional, o bien se presenta alguna emergencia relacionada con estas personas, recordemos que en Medellín existen líneas de atención como el 123 que pueden brindarnos apoyo en cuestiones de salud mental. También hay que recordar que el paciente psiquiátrico es una persona como cualquiera de nosotros y que muchos de ellos, siguiendo las recomendaciones profesionales, pueden llevar una vida normal.
8. Las emociones de los niños pequeños
Cuando convivimos con niños muy pequeños, específicamente menores de cinco años, notamos que aún no tienen las herramientas del lenguaje que les permitan expresar plenamente lo que están sintiendo o viviendo. Esto no significa que no lo estén sintiendo: los niños también perciben que hay situaciones diferentes y reaccionan a ellas con angustia, con miedo o con otras emociones. Nosotros, como adultos, podemos ayudarles a que las expresen de maneras diferentes al llanto, que suele ser la manera como los niños más pequeños expresan lo que sienten. Una estrategia que puede ayudar consiste en dibujar unas paletas en papeles de colores que representen cada emoción (por ejemplo: alegre, triste, enojado) y que el niño señale la paleta que corresponde a lo que le está pasando. Esto puede contribuir a identificar lo que les pasa a los pequeños y así podremos actuar dependiendo del caso.
9. Mascotas
Muchas personas viven este aislamiento con sus mascotas. Aunque los animales de compañía no tienen la misma capacidad que nosotros para entender lo que está pasando, sí es cierto que perciben que algo es diferente a lo que estaba pasando antes. Así pues, si les brindamos cariño y les manifestamos nuestro afecto por medio de caricias o juegos, no solo ayudaremos a que se sientan mejor sino que eso nos puede significar mayor tranquilidad a nosotros mismos. No sobra recordar también que en estos tiempos de aislamiento se puede llevar a caminar a las mascotas para que hagan sus necesidades, pero debe tenerse en cuenta que estos recorridos deben ser cortos y que se debe regresar al hogar una vez culminados. Y realizar las prácticas de limpieza recomendadas antes de entrar a la casa.
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10. La crisis es una oportunidad
Por último, la gran invitación es a que asumamos que estos tiempos difíciles y extraños son una crisis momentánea, que puede durar incluso varios meses más. Una vez aceptemos esto, tendremos la capacidad de encontrar una oportunidad en medio de la adversidad. Muchas personas, por ejemplo, están dedicando tiempo que antes no tenían a hacer actividades que siempre han querido, como por ejemplo aprender otro idioma, tocar un instrumento musical, hacer cursos en áreas de su interés, aprender de las herramientas tecnológicas o reinventar sus negocios o fuentes de ingresos. Lo que resulta más importante aquí es que mantengamos la capacidad de pensar en positivo y de encontrar esas oportunidades que se nos presentan con la situación actual, para que podamos sacarle el mayor provecho a estos tiempos que enfrentamos.
Agradecemos especialmente a la psicóloga Ana Lucía Toro por su generosidad, por su tiempo y por compartirnos sus conocimientos y su experiencia. Invitamos a que la sigan en sus diferentes plataformas:
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