Del dicho al hecho, cómo lograr la autonomía económica para las mujeres

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Vamos Belén

De acuerdo con definiciones ampliamente documentadas por organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la autonomía económica es comprendida como las posibilidades de las personas, en este caso las mujeres, de generar y hacer uso de recursos, disponer libremente de su tiempo, alcanzar su pleno desarrollo y participar activamente de la vida pública. 

Sin embargo, las mujeres enfrentan mayores déficits en su ejercicio y garantizar el acceso a recursos independientes o mediante inserción laboral, si así lo desea, se convierte en un factor crítico para promover el goce de sus derechos económicos.

Según cifras del organismo citado, pese a este imperativo, la brecha de género persiste: en la región, solo el 62 % de las mujeres en edad de trabajar participan del mercado laboral, en comparación al 81% de los hombres. La diferencia en la tasa de actividad entre los géneros es aún más amplia al observar la situación de algunos grupos en particular. En los sectores de mayor nivel socioeconómico, por ejemplo, las mujeres participan casi a la par que los varones; sin embargo, en los sectores de menores ingresos la brecha asciende a 28 puntos porcentuales.

Dado lo anterior, la búsqueda de la autonomía económica para las mujeres, más allá de que tengan dinero en sus bolsillos, se trata de motivar oportunidades reales y duraderas de acceder a ingresos propios y de fomentar buenas prácticas financieras que se traduzcan en mejores decisiones sobre la vida real. 

Una mujer que logra ser autosuficiente o alcanzar su autonomía económica incrementa su autoestima y se posiciona de mejor manera dentro de una sociedad con altos índices de diferencia, tanto salarial, como de oportunidades reales de crecimiento. 

La autonomía económica en las mujeres, se convierte así en una base sobre la cual construyen de manera más efectiva su proyecto de vida y generan bienestar a ellas y sus familias. 

“Las mujeres, hoy en día, a través de ese rol importante que tienen dentro de la sociedad, tienen diversas acciones que deben desarrollar y cumplir como parte de la sociedad. El impacto que tienen ellas hoy en día en la toma de decisiones financieras y en su autonomía económica es fundamental para que la sociedad pueda crecer y alcancemos la equidad financiera en términos de género”, aseguró Sebastián Salazar Henao, profesor experto en finanzas.

Es así que para lograr el objetivo de alcanzar la autonomía económica femenina en nuestra sociedad, se debe abordar en conjunto desde diversos frentes: por ejemplo, en el aspecto educativo, se requiere que las instituciones de enseñanza, tanto públicas como privadas, desarrollen contenidos financieros desde edades tempranas en las mujeres, para incentivar el buen uso del dinero y la capacitación continua para lograr sus metas económicas personales. 

Del mismo modo, la institucionalidad está llamada a garantizar el acceso a formación de calidad y la financiación de proyectos productivos liderados por mujeres, con el objetivo de cerrar brechas históricamente abiertas. 

“Hoy en día la sociedad depende mucho de la mujer, el papel de la mujer ha crecido en el rol que tiene dentro de la sociedad, en ese orden de ideas, que la mujer pueda tener autonomía económica, le permite desarrollar un papel preponderante en nuestra sociedad y hacer un mayor aporte a esta”, enfatizó Salazar. 

En conclusión, para romper los ciclos de dependencia y abrir paso a la autonomía económica de las mujeres, se debe promover el buen uso de los recursos y, más allá de eso, garantizar el acceso a la educación, la participación en diversos sectores de la sociedad y la formación continua con el objetivo de lograr una menor dependencia de terceros y una mayor capacidad para manejar sus propios recursos. 

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