La investigadora Annamaria Lusardi señala que «la educación financiera es un componente esencial del empoderamiento económico de las mujeres».
En la mayoría de los hogares, las economías domésticas de los hogares están bajo un sinfín de escenarios entre el mundo real del trabajo y las finanzas, algunos de los cuales pueden ser discordantes. En este contexto, las mujeres necesitan adquirir habilidades y adquirir conocimientos específicos para abordar estas situaciones estresantes.
Según la BID 46: “las mujeres dedican alrededor de 18 horas más al mes que los hombres a trabajar y hacer frente a su rutina diaria como apoyo en el hogar, ya que se asignan la responsabilidad del cuidado de los niños y ancianos. Esto les permite el desarrollo de habilidades para buscar oportunidades al ahorrar y administrar tanto su tiempo como su bolsillo para satisfacer las demandas diarias, con algunos inconvenientes en su toma de decisiones financieras integrales y de largo plazo”.
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La educación financiera es la manera en la que las mujeres pueden ser parte de la toma de decisiones económicas en el mundo; romper con la brecha de conocimiento habilitará oportunidades para todas las mujeres, pudiendo ser parte activa del mundo económico. Entonces, la inversión financiera en las mujeres es realmente una inversión en la reducción de la pobreza y el desequilibrio económico.
Esta forma de educación empodera a millones de mujeres y es un camino hacia la prosperidad. El acceso a la educación financiera es una necesidad en las sociedades que históricamente han excluido a las mujeres de la toma de decisiones financieras. Es deber, por lo tanto, de todos los sectores, públicos, privados y de la sociedad civil unirse para hacer frente a esta necesidad.
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Algunos enfoques estratégicos son:
- La presencia de la educación financiera en los planes escolares que incluya atención especial desde la infancia.
- Una variedad de recursos digitales, que van desde aplicaciones hasta cursos en línea y contenido interactivo que permiten a las mujeres aprender de manera autónoma, ayudan en la promoción de la inclusión financiera.
- Que las mujeres con experiencia financiera brinden mentoría y apoyo a otras mujeres.
- Por último, una implementación a nivel gubernamental: políticas públicas que garanticen el acceso a servicios financieros y adaptados adecuadamente.
Este es el mejor paso y es un camino largo, pero justo que conduce a una economía igualitaria. Todas las mujeres, sin importar su estatus financiero o educativo, deben tener acceso a conocimientos que les permitan comprender conceptos importantes como el crédito, la inversión y la planificación financiera. Esto puede mejorar su vida proveyendo la secuencia de ingresos futuros antes de su vejez.
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