Parece que fue ayer… homenaje al Profe Zubeldía

 (enero 17/82- enero 17/24)

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Nacional, el “Kínder de Zubeldía” 1981. Arriba: Lorenzo Carrabs (uruguayo), Luis Fernando Lòpez, Héctor Dragonetti (argentino), César Cueto, Guillermo La Rosa (peruanos). Hincados: Carlos Maya, Pedro Sarmiento, Norberto Peluffo, Víctor Luna, Gabriel Jaime Gómez, Hernán Darío Herrera. Tomado del blog historias coperas.
Vamos Belén
por: Héctor el “Guari” Montoya, locutor deportivo

Don Orlando, que por favor le envíe a mi abuela un ¼ de manteca, 1 libra de café, 2 litros de leche, 2 rollos de papel…

– Oiga chino, ¿ya escuchó la noticia sobre Zubeldia?

– ¿Noticia? él debe estar todavía en Argentina celebrando el título.

– ¿Celebrando?, ese señor se acabó de morir en el centro.

– Pilas don Orlando, esa charla está muy pesada.

La tienda de don Orlando estaba a pocos metros de la casa de mi abuela Elisa, la persona que me crio y me cuidó hasta el día de su muerte; siempre era yo el encargado de los mandados, unas veces donde doña Olga y otras (las que más disfrutaba) donde don Orlando, porque allá se reunían varias personas adultas, las cuales disfrutaban haciéndome preguntas de todos los equipos de fútbol y hasta me ponían a narrar partidos imaginarios, el premio siempre era el mismo: pan, salchichón y gaseosa.

Esos pocos metros hasta mi hogar (máximo 2 minutos), fueron en esa ocasión eternos, seguía pensando que la noticia era broma, se querían desquitar de mi porque en esa tienda todos eran rojos y les había celebrado en la cara el título verde 28 días atrás, eso era normal en el barrio entre los aficionados paisas, pero para mí, seguía siendo una broma muy pesada.

Al entrar a casa de la abuela sentí un frio intenso al ver la cara desencajada de mis tíos Leonardo, Alberto y Guillermo Montoya, estaban al frente del viejo radio transistor, (el mismo aparato que me enseñó a amar a mi verde, en el que escuchaba a los narradores describir las maravillas que un puñado de valientes hacían en los diversos estadios, dejando siempre en alto el nombre del Atlético Nacional).

Profesor Oswaldo Juan Zubeldia. Foto web Atlético Nacional

Escuché atentamente como los periodistas explicaban y confirmaban una y otra vez la noticia. No entendía nada, ¿qué tenían que ver los caballos con mi técnico preferido?, ¿qué era el pasaje la Bastilla?, ¿cómo así que cámara ardiente? ¿Quién era el viejo “requetemacanudo” afortunado de verlo morir en sus brazos? no pregunté nada, me senté al lado de ellos y las lágrimas hicieron su trabajo.

No lo podía creer, mil imágenes pasaban por mi mente:
La celebración del título ante América el 20 de diciembre en la casa de mi amigo Waldheim García Montoya (ese día él hacia su primera comunión y en un pequeño radio, escuchamos las incidencias del cotejo y lo bauticé oficialmente como seguidor verde, hoy, ejerce en Brasil el periodismo y su corazón no se ha manchado).

¿Cómo se sentirán los jugadores? en especial Herrera, Sarmiento, Peluffo… todos, el kínder se ha quedado sin profe.

¿Qué dirán los rojos? ¿Qué dirán los de la tienda de don Orlando Jaramillo?, eternos rivales; ¿celebraran esto como un triunfo?, lo supe minutos más tarde, cuando volví a comprar algo, no sé qué, pero tenía que ir allá, a dar la cara; jamás olvidaré ese momento: todos estaban tristes, compartían mi dolor, mi pena, mi angustia, en ese momento y desde entonces sé que todos somos iguales, aunque amemos a un determinado elenco, SOMOS IGUALES.

De eso, han pasado ya 42 años y parece que fue ayer, aun extraño al profesor Oswaldo Juan Zubeldia, con su partida se fue la famosa mística que lo caracterizó, pero dejó al Atlético Nacional como un equipo grande y al futbolista colombiano una gran enseñanza: Creer en sí mismo.

Con afectos Héctor el “Guari” Montoya, locutor deportivo. Zona Deportiva.

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