Nuestra actual comuna 16 tiene una historia fascinante, plagada de anécdotas, progreso y tesón. En este artículo, que no pretende ser exhaustivo, les compartiremos una breve reseña histórica de Belén, este rincón del suroccidente de la ciudad que hoy mira con respeto a su pasado, piensa su presente y planea su futuro.
«En los comienzos, todo esto eran mangas»
Esta frase, repetida como un mantra, nos ha llegado a través de las generaciones longevas, de aquellos que conservan en sus recuerdos o en la tradición oral la constitución de nuestra comuna 16, la que hoy es la más poblada de la ciudad.
Razón no les falta a nuestros mayores: Medellín se desarrolló en el costado oriental del río Aburrá y estas, las inhóspitas tierras del occidente, eran un conjunto de haciendas denominadas genéricamente como Otrabanda de Aburrá (u Otrabanda para los confianzudos).
Mucho antes de eso, se dice que Jerónimo Luis Tejelo, el primer español que llegó al Valle de Aburrá, lo hizo proveniente del occidente antioqueño y atravesó primero nuestro territorio. Era el 24 de agosto de 1541 y todavía faltaba mucho para que en 1813, en el mandato del gobernador Juan del Corral, Medellín recibiera el título de ciudad.
Sin duda, uno de los lugares geográficos que más debieron impresionar a Tejelo es el hoy conocido como Cerro Nutibara. En los siglos XVIII y XIX se le conocía como el “morro Marcela de la Prada”, su primera propietaria de que nos llegan noticias. El nombre actual se cambió en 1929 por sugerencia de la Sociedad de Mejoras Públicas, en homenaje a uno de los caciques indígenas más poderosos de Antioquia.
Otrabanda fue durante mucho tiempo un gran campo verde y fértil, una especie de finca enorme. Sus haciendas eran propiedad de familias adineradas que las usaban para la siembra y la ganadería. Muchos sectores se conocían con el apellido de estas familias pudientes y algunos de esos nombres nos han llegado hasta hoy.
Sin embargo, muchos de los ciudadanos de aquel entonces continuaban asentados en lugares más urbanizados, como los que hoy conocemos como el Centro (alrededores de la quebrada Santa Elena) y El Poblado. Otrabanda seguía siendo, mayormente, un campo al otro lado de las aguas.
El puente de Guayaquil, el segundo que unió ambas riberas y el único que se conserva hasta hoy, se entregó para su uso en la segunda mitad del siglo XIX. ¡Imaginen las dificultades para cruzar, antes de su existencia, desde la ciudad hasta estas planicies verdes y espesas!
Pero volvamos a Otrabanda: este nombre, registrado desde alrededor de 1616 (Otrabanda de Aburrá), designaba, como ya dijimos, a un terreno gigatesco dedicado a la agricultura y la ganadería. Lo que luego pasaría a llamarse el Sitio de Guayabal se convirtió, en 1814, en Belén de Otrabanda. En ese mismo año se erigió como parroquia la Iglesia de Nuestra Señora de Belén, a cuyo alrededor, al mejor estilo español, se conformó el parque principal del poblado.
El nombre de esta zona duró poco: se recortó a Belén, como se le conoce desde 1830. Su vocación continuó siendo bastante rural y las personas llegaban por esa época de forma tímida a establecerse en sus terrenos.
Los inicios del progreso
El comienzo del siglo XX le llegó a Belén con aroma a progreso y a gentío. Hay quienes dicen que para entonces, gracias a las facilidades para cruzar el río y a la fertilidad de las tierras, era ya el segundo poblado de la ciudad en cuanto a número de habitantes, quienes provenían de otros sitios del valle y de asentamientos cercanos, especialmente del occidente antioqueño.
Hubo varios factores decisivos para el desarrollo del suroccidente de Medellín. Uno de ellos, cómo no, lo constituyó el antiguo tranvía eléctrico, cuya línea ascendía por la calle 30 (casi la misma ruta que sigue hoy el sistema Metroplús) y permitía a los pobladores de Belén transportarse desde el parque principal hacia el resto de la ciudad.
El otro gran polo del desarrollo lo constituyó el Aeropuerto Olaya Herrera. Conocido en sus comienzos como la pista de Las Playas, para 1932 ya tenía conexión aérea con Bogotá y sufrió, el 24 de julio de 1935, una colisión entre dos aviones que se haría mundialmente famosa, pues en ella perdió la vida el mítico Carlos Gardel.
Si bien el aeropuerto se encuentra en límites con la actual comuna de Guayabal, la cercanía de muchos terrenos pertenecientes a Belén se convirtió en un factor atractivo para desarrollos urbanos y empresariales. Prueba de ello es la zona industrial de Belén que, aún hoy, es un importante motor económico del suroccidente medellinense.
Vías terrestres como las avenidas 65, 70, 76, 80 y 33, sumadas a la ya mencionada calle 30, trazaron los marcos de importantes sectores llanos que luego serían el hogar de muchos habitantes de nuestros barrios.
El auge de los proyectos urbanísticos
A diferencia de nuestros vecinos de Laureles, en Belén no había un sentido de la planeación determinado por un plan centralizado, sino que más bien las viviendas y construcciones se fueron manifestando de manera más o menos espontánea.
El primer hito desde lo administrativo se dio en 1938, cuando la administración de Medellín decidió elevar a Belén a la categoría de barrio. Desde entonces, los proyectos urbanos y arquitectónicos emergieron, tímidos al principio, desordenados luego y ambiciosos al fin.
Uno de los primeros desarrollos se dio de la mano del hoy desaparecido Instituto de Crédito Territorial, ICT, que habilitó terrenos aledaños al aeropuerto para la construcción de las viviendas que conformarían el sector de Belén Las Playas, cuya construcción se aceleró en los años 60 hasta coronarse en la Unidad Residencial Rafael Uribe Uribe, uno de los primeros conjuntos de edificios multifamiliares de la comuna 16.
Debemos resaltar aquí el asentamiento de la Universidad de Medellín en su actual ubicación de Belén Los Alpes.
De acuerdo con la página web de la institución, este hecho sucedió en 1961 y, desde entonces, ha sido un eje académico indispensable de la comuna y de la ciudad. A la par de su crecimiento, el desarrollo de las zonas aledañas atrajo a múltiples habitantes, entre estudiantes, comerciantes y otros. Hoy cuenta con múltiples programas en pregrado y posgrado, así como con uno de los teatros mejor dotados de Medellín para conciertos y otros eventos.
Por su parte, el Banco Central Hipotecario o BCH, entidad pública nacional, tenía como misión el desarrollo de proyectos de vivienda con créditos que se pagaban durante decenas de años.
Así, con el modelo UPAC de los años setenta, se construyó un barrio entero de viviendas unifamiliares, conocido por sus primeros habitantes como “las casas del banco” y hoy llamado Belén La Palma.
Se trata de viviendas unifamiliares de dos pisos, de las cuales aún se conservan algunas en su estado más o menos original, dando muestras de la uniformidad estética del sector. Estas casas tenían generosos espacios en sus patios y antejardines. Hoy, muchas de ellas han dado paso a edificios de gran altura, aprovechando la amplitud de área de las construcciones originales.
Otro gran proyecto que desarrolló el BCH en nuestra comuna fue, sin lugar a dudas, la Nueva Villa de Aburrá. Su construcción se adelantó por etapas, iniciando en 1978 y culminando con la inauguración de la Plazoleta Cincuentenario en 1983. Este fue un proyecto ambicioso en cuanto al área intervenida y a las innovaciones que se implementaron, pues se trata del primer complejo residencial en usar paneles solares para el calentamiento del agua.
La Plazoleta Cincuentenario sigue siendo hoy uno de los espacios abiertos al público más grandes de toda la ciudad y, no vamos a discutirlo, es el más amplio del suroccidente. En su historia ha sido testigo de múltiples eventos culturales y artísticos de ciudad, desde un legendario concierto de Ekhymosis (banda liderada por Juanes) en los años noventa hasta el reconocidísimo recital anual de la agrupación Suramérica.
También merece una mención especial la Unidad Residencial La Mota, obra del arquitecto Laureano Forero y edificada entre 1982 y 1987. Se ubica hacia el extremo sur de la comuna y combina espacios residenciales y comerciales, por lo cual resultó muy atractiva para los inversionistas de su época, algunos de los cuales siguen habitándola hasta hoy.
Los últimos 30 años: comercio y progreso a gran velocidad
El 28 de octubre de 1993 la Clínica Las Américas abrió sus puertas para atender a la población de Belén, Medellín y el mundo. Desde sus comienzos se concibió como un proyecto que pudiera atender soluciones médicas de alto nivel, al mismo tiempo que ofreció diversos comercios y una cartelera cinematográfica con películas de autor, poco habituales para las demás salas de cine de la ciudad. Muchos todavía recuerdan los enormes carteles aerografiados que se exhibían sobre la carrera 80, ilustrados por artistas locales, que emulaban los afiches promocionales de diversas producciones. También destaca el monumento “La Medicina y la Salud”, del maestro Rodrigo Arenas Betancur, quien fallecería el 14 de mayo de 1995.
En otro sector de la comuna, donde antaño se ubicaron las instalaciones de la importante empresa textil Vicuña, se edificó el Centro Comercial Los Molinos. Este complejo abrió sus puertas en 2008 y luego se complementó con una segunda etapa, la cual incluye una moderna unidad hospitalaria privada, oficinas y demás equipamientos comerciales. Se trata del desarrollo urbano más importante del sector y desde sus inicios ha sido lugar de encuentro para muchos vecinos.
Punto aparte, la comuna de Belén se había quedado rezagada del proyecto de movilidad más importante de la ciudad: el Metro de Medellín. Esto empezó a subsanarse con la firma del convenio 266 de 2002, suscrito entre la Empresa de Desarrollo Urbano y el Departamento de Planeación del municipio. Esta fue la piedra fundadora para lo que se constituiría casi una década después como el sistema Metroplús.
La línea 1 de este sistema, conformado por buses articulados con carril exclusivo y estaciones para el acopio de pasajeros, se inauguró el 22 de diciembre de 2011. Su trazado en Belén comprende una línea recta casi perfecta por toda la calle 30, emulando el recorrido del tranvía que funcionaba por allí casi 100 años antes. En 2014 se puso en operación la renovada estación Industriales, importante lugar de intercambio que funciona como alternativa entre los buses y el sistema Metro. Desde entonces no ha parado de crecer y múltiples líneas alimentadoras complementan la oferta de transporte hacia diversos barrios de la comuna.
Otro desarrollo importante en Belén es el Centro Comercial Arkadia, inaugurado en noviembre de 2019. Su construcción fue motivo de polémica por cuanto se ubica en un lote que había pertenecido durante muchos años al desaparecido Instituto de Seguros Sociales, ISS, y el lugar contaba con muchas especies arbóreas. Hoy es uno de los lugares más dinámicos del comercio en el suroccidente de la ciudad.
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Esta historia sigue escribiéndose. Sabemos que en esta reseña se nos han quedado por fuera muchos hitos. Si tienes alguno en mente, ¡cuéntanos! Tendremos en cuenta tus aportes para complementar esta y otras notas sobre nuestro territorio. Escríbenos a info@comunicandobelen.com y envíanos tus textos, fotos o datos.