Encestando sueños

Mi vida con el Club Deportivo Linces

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Club Deportivo Linces, una familia unida por un sueño. | Imagen: Comunicando Belén.
Vamos Belén

Hoy hace calor y aunque voy de rebote en rebote, dando tumbos por el piso y de mano en mano, y aunque tengo muchos años, no me siento agobiado. ¡Ah!, pero no se asombren: esa es mi razón de ser.

Soy un balón –de baloncesto, para más señas– y nací para que otros encesten sueños. Eso es lo que te voy a contar.

Los comienzos

En la comuna 16 –Belén–, por allá en el año 2014, Leonardo Bedoya comenzó un proyecto recreativo en el barrio Zafra, en donde reunió a un grupo de niñas para que realizaran alguna actividad deportiva que las sacara de las calles y empezaran a socializar y a trabajar en equipo.

El baloncesto era la actividad perfecta para lograrlo.

Aquí entro yo de nuevo, porque al correr detrás de mí para perseguirme les ayudo a desarrollar diferentes habilidades motoras, a relacionarse con el otro, a dejar de un lado el sedentarismo; en fin, a implementar hábitos de vida saludable. Pero bueno, dejemos de hablar de mí y retomemos.

A ese primer equipo que nació en Belén Zafra lo bautizaron Basket Girls y se constituyó en la más valiosa escuela comunitaria de baloncesto de niñas. Participaron en diferentes competencias y ganaron y perdieron pero, sobre todo, se divirtieron.

Cada día llegaban más niños, jóvenes y padres para hacer parte de este proyecto. Los padres tenían la confianza de que allí sus hijos serían mejores seres humanos y también la esperanza de protegerlos de la violencia y los malos hábitos.

El proyecto creció tanto que además de las niñas fueron llegando los niños. Entonces, en el año 2018, adoptaron el nombre de Club Deportivo Linces.

Pero la vida es un vaivén que en ocasiones trae sus problemas y ya no pudieron volver a utilizar la cancha donde habitualmente entrenaban.

El deporte es uno de los instrumentos más eficaces para socializar, educar y transmitir valores a los jóvenes. | Imagen: Comunicando Belén.

Para adelante y con impulso

«¿Qué hacemos?», era la pregunta que saltaba una y otra vez como yo.

Por fortuna, les permitieron utilizar la cancha de Los Alpes. Allá me llevaron y se ha convertido en mi hogar desde entonces.

Se trata de un club desarraigado de su barrio, así que los alumnos tienen que hacer el esfuerzo de transportarse, mientras sus padres deben tener tiempo y dinero para llevarlos, inscribirlos, viajar a las competencias, etcétera.

Sin embargo, el Club Deportivo Linces es poderoso y se ha resistido a desaparecer.

Leonardo me ama y yo lo admiro. No es vanidad. Pero él y yo aportamos un granito para transformar la vida del Club Linces. Recuerdo con emoción sus palabras:

«El deporte es un agente transformador de vida, es una herramienta que nos ayuda a potenciar los talentos de cada niño tanto en lo deportivo como en lo social y aporta para que los jóvenes tengan hábitos de vida saludable y se alejen de lo que no les hace bien».

Asimismo, los padres y los alumnos que hacen parte del Club Linces expresan su emoción y gratitud por integrar esta familia.

Sofía Ríos me contó que «lo mejor del club es que es una familia, todos nos unimos y tenemos un lazo muy fuerte».

El Club Linces me lanza cada día y encesta sus sueños: estar unidos, formarse como personas, crear vínculos, mejorar físicamente, viajar, competir, divertirse y, por supuesto, ganar.


 

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