Los espectros del recuerdo

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Titulo de imagen:Amor y dolor Artista: Munch
Amor y dolor, artista: Munch
Vamos Belén
Por Sofía Berrío Martínez
Colaboradora Comunicando Belén

A principios de octubre, caían las hojas amarillentas en el pasto, la casa estaba solitaria y Javier, todavía confundido, se adentró en ella; el suelo rechinaba bajo sus pasos y detallaba el lugar en busca de algún indicio de su antigua vida pero por más que lo intentaba, su mente seguía en blanco, frustrado y desesperanzado decidió ceder al cansancio.

Las primeras horas fueron pacíficas, pero cuando el reloj marcó las 3 de la madrugada se levantó sobresaltado, logró recordar pequeños fragmentos,  agarró lápiz y papel, y en su desespero comenzó a escribir las siguientes palabras.

A pesar de que anhelé tanto recordar ahora me arrepiento, pues nada duele más que esos pequeños recuerdos. 

Ahora que sé quién fui y cuánto te amé, empiezo a considerar este olvido, más como una salvación que como un castigo; sé lo egoísta que es condenarte de esta forma, pero no encuentro otro camino.  

Sí,  te borre de mi mente, pero aún vives en mi corazón y en las melodías que solías cantar, aunque no te de nombre ni rostro sigues viviendo en las cenizas de nuestra historia.

En esos momentos de aparente claridad, el pobre loco no podía más que dedicar algunas palabras a su amada, tal vez porque  la extrañaba o simplemente para aliviar la culpa que venía con cada recuerdo.

Esos pequeños momentos tortuosos y fugaces volvían a las sombras tan de repente como aparecían, cuando se esfumaban, le traían la desesperación de quien ha perdido una vida, mientras aún siente y respira, ¿es peor la soledad o la culpa?, para él ambas agravaban la amargura, pero este era el precio de cada latido y palabra.

Sí, era una vida vacía pero aún así la seguía llamando vida

Un día, desesperado por recordar empezó a caminar sin rumbo fijo, el cielo iba perdiendo el anaranjado del atardecer, el viento le calaba en los huesos y el corazón parecía querer salírse del pecho. 

Algunos kilómetros después, en medio del bosque, encontró un lugar tan tétrico como hermoso, había flores y malezas enredadas en las agrietadas paredes, algunos ventanales rotos y un polvoriento techo de cristal que daba una vista al ya opaco cielo, en medio del lugar habían algunas gardenias descuidadas, una ola de emociones lo encontró volviéndose el principal detonante de una película de recuerdos. El aliento se le escapaba y le ardía respirar.

Cedió ante la locura entre las gardenias y las sombras, un olor a lavanda lo golpeó y allí la vio, pálida con la mirada perdida, el cuello desgarrado, llevaba un vestido blanco que se teñía con  su propia sangre y le susurró…Tú me mataste, es hora de que a la tumba me acompañes, todo le daba vueltas y ya no distinguía ningún espectro de realidad, su desespero lo llevó a agarrar uno de los vidrios rotos que se encontraba cerca del ventanal, se cortó las muñecas y como quien más amó… murió desangrado en las gardenias. 

     

   

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