Por Andrea Flórez Caro Colaboradora
Antes de comenzar la lectura: ¿cuántas mujeres científicas conoces? De la lista anterior borra el nombre de Marie Curie, ¿cuántas personas conforman la lista ahora?
No se conocen muchas historias sobre mujeres protagonistas en la ciencia, en parte debido a que antaño se les prohibió estudiar o enseñar en universidades, pertenecer a instituciones científicas y, a aquellas que lograron superar los obstáculos, la misma historia se encargó de silenciarlas e ignorarlas. No obstante, son varias las historias de mujeres que hicieron contribuciones importantes y extraordinarias en múltiples ámbitos del conocimiento humano.
La lista comienza con Agnódice de Atenas, quien vivió en el siglo IV a.C. Para poder estudiar medicina debió esconder su condición de mujer; se cortó el pelo, se vistió como mujer y se vendó el torso para ocultar sus pechos. Agnódice se convirtió en la primera ginecóloga y obstetra de la historia, así como en la primera científica de la que se tiene registro, pero para conseguirlo debió simular ser hombre. De esta manera, pudo ayudar a las mujeres de su ciudad natal que no se dejaban atender de los médicos pues para ellas era un deshonor desnudarse ante un hombre.
Sus colegas notaron que las mujeres solo acudían a ese “médico” y, al ver su clientela aumentar, la envidia surgió y la denunciaron ante el Areópago y los arcontes y magistrados acusándola de seducir a sus pacientes. Los hechos eran tan graves que podían sentenciarla a pena de muerte. Para demostrar su inocencia tuvo que desnudarse ante ellos para revelar su secreto. Ahora sería acusada de algo peor: ejercer la medicina siendo mujer. Las mujeres que fueron atendidas por Agnódice se movilizaron y presionaron a los responsables de su juicio para que la absolvieran: las esposas de los responsables los presionaron para que la absolvieran, otras protestaron fuera del templo y otras decidieron no tener relaciones sexuales para liberarse de parir. “Si ella no puede acercarse a nuestros cuerpos enfermos, tampoco lo haréis vosotros a nuestros cuerpos sanos”, decían. La presión surtió efecto y Agnódice fue absuelta y se le permitió seguir ejerciendo la medicina.
La lista continúa con Hipatia de Alejandría, nacida en el siglo IV. Fue filósofa, matemática y astrónoma y pudo estudiar gracias a que su padre, Teón de Alejandría, era filósofo y matemático y fue su maestro. Entre las contribuciones de Hipatia a la ciencia destaca la labor investigativa que realizó y que se refleja en numerosos manuscritos como los “Comentarios a la Aritmética de Diofanto”, los cuales incluían nuevos problemas y distintas soluciones que fueron incorporadas a los manuscritos diofánticos, así como la edición de “Los Elementos de Euclides”; además, reescribió un tratado sobre las “Cónicas” de Apolonio, donde simplificó los conceptos de dicho autor con un lenguaje más asequible, que permitía que un lector interesado siguiera más fácil el texto.
También se reclama su autoría en la construcción de un astrolabio, un hidrómetro y un hidroscopio.
No solo destacó en el ámbito académico sino también por sus dotes de oradora, cuyo renombre como filósofa se extendió por toda Roma. Adicionalmente, fue considerada una de las grandes mentes de su época. Debido a su influencia política, fue consejera de Orestes, prefecto del Imperio Romano de Oriente. Aunque era pagana, aceptaba cualquier tipo de discípulo, independientemente de sus creencias religiosas, y brindó un trato de iguales a todos sus pupilos, educados desde la tolerancia y la racionalidad; también era partidaria del racionalismo científico griego. Fue acusada de ser blasfema y anticristiana, lo que la hizo víctima de la persecución del obispo Cirilo, quien arrastró a masas populares para asesinarla brutalmente.
Hedy Lamarr, quien en su tiempo fue la “mujer más bella de la historia del cine”, también fue la inventora del sistema de comunicaciones denominado “técnica de transmisión en el espectro ensanchado”, en el que se basan todas las tecnologías inalámbricas de que disponemos en la actualidad. Actriz, ingeniera de telecomunicaciones e inventora: más allá de su belleza, Hedy Lamarr pasó a la historia por su brillantez intelectual.
Hedy Lamarr nació en Viena el 9 de noviembre de 1914 como Hedwig Eva Maria Kiesler. Sus padres la obligaron a casarse con Fritz Mandl, magnate de la empresa armamentística, simpatizante de Hitler y Mussolini, después de protagonizar la polémica película Éxtasis, el primer film en mostrar el rostro de una actriz, completamente desnuda, durante un orgasmo. Su esposo la mantuvo encerrada durante varios años en su mansión, donde retomó su carrera de ingeniería y aprovechó las reuniones de trabajo a las que su esposo la obligó a asistir para aprender y recopilar información sobre las características de la última tecnología armamentística nazi. Cuando logró escapar fue a Estados Unidos; en esa época pasó a llamarse Hedy Lamarr y volvió a ser actriz. Durante los descansos de los rodajes de las películas en las que participó, aprovechaba para seguir explorando su faceta de inventora.
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, Hedy ofreció sus servicios al Gobierno de Estados Unidos, ya que disponía de información privilegiada acerca del armamento del ejército alemán. Se dio cuenta de que las señales de radio que guiaban a los torpedos de la armada norteamericana eran muy fáciles de interceptar; buscando una solución a este problema, elaboró junto con su amigo, el compositor George Antheil, un sistema de detección de torpedos teledirigidos, inspirado en un principio musical: “este funcionaba con 88 frecuencias, las equivalentes a las teclas del piano, y era capaz de hacer saltar señales de transmisión entre las frecuencias del espectro magnético” (Flores, 2020).
La idea de Hedy era muy adelantada a su época y no había la suficiente tecnología para desarrollarla. No fue sino hasta muchos años después que a la tecnología de Lamarr se le apreció su utilidad y se utilizó para interceptar las comunicaciones y el control de los torpedos. Esto ocurrió en 1962, cuando se produjo la crisis de los misiles cubanos; para esta época, la patente de Lamarr y Antheil ya había expirado y no recibieron nada por ella.
La teoría del espectro ensanchado concebida por ella se sigue empleando actualmente para los sistemas de posicionamiento por satélite, como el GPS, y fue el precursor del wifi. No fue la belleza de Hedy ni su carrera como actriz lo que la hicieron dejar huella en la historia, sino su inteligencia y capacidad de invención. Su labor como inventora no fue reconocida hasta después de su muerte, en el año 2000, y en el 2014 fue incorporada al Inventors Hall of Fame de EE.UU. Actualmente, se celebra en Austria, Suiza y Alemania el Día del Inventor el 9 de noviembre, en honor a Hedy Lamarr.
Lise Meitner, una física judía, es otra de las grandes científicas que la historia ha tratado de ocultar. Fue una de las cuatro jóvenes que aprobaron el examen para entrar a la universidad en 1901 para estudiar licenciatura de ciencias y letras (que era lo único que el gobierno austríaco permitía estudiar a las mujeres en esa época) y cinco años después ya tenía su doctorado; su brillantez académica era evidente.
En 1906 se mudó a Berlín, donde pidió permiso a Max Planck para asistir a sus clases (¿en serio?, ¡¿pedir permiso?!). Le permitieron también trabajar en un laboratorio donde conoció a Otto Hahn e inició una amistad que duraría 30 años. Como el laboratorio no podía aceptar más mujeres, Lise tuvo que trabajar en el sótano del antiguo carpintero. Con su compañero, publicaron varios trabajos sobre el actinio; a pesar de todo, ella no recibía ninguna compensación económica y su trabajo era financiado por su padre, por lo que vivía en una habitación de una residencia de señoras sin cuarto de baño.
Entre los muchos desafíos a los que se enfrentó Lise, como propuestas de trabajo desiguales respecto a los hombres, salarios bajos, falta de reconocimiento, la Primera Guerra Mundial, la llegada de Hitler al poder y la persecución a los judíos, ella nunca abandonó su trabajó: prosiguió con sus investigaciones, una de ellas sobre el uranio.
En 1918 mandó, junto con su amigo Hahn, un artículo sobre el descubrimiento del proactinio, en el cual consta él como investigador principal. En 1919 fue la primera mujer que obtuvo la plaza de profesora de universidad, y la Asociación de Química alemana condecoró a Hahn con la medalla Emil Fischer. A ella le ofrecieron una copia de la medalla pero sin un reconocimiento explícito de su contribución.
Cuando Hitler llegó al poder, Lise no se fue de Alemania; se quedó allí y pudo continuar con su trabajo en el laboratorio a pesar de ser judía, pero se le privó del título de profesora. Con el descubrimiento del neutrón se empezó a especular en la comunidad científica acerca de la posibilidad de crear elementos más pesados que el uranio. Lise convenció a Otto para trabajar en esto y así lo hicieron.
En 1938 la situación política empeoró y se exigió a Hahn que expulsara a Lise de su trabajo, y así lo hizo. Sus colegas, tanto dentro del país como fuera de él, trataron de buscar soluciones para que saliera de Alemania, hasta que en 1939 partió clandestinamente hacia Holanda. Esperó meses hasta que consiguió un empleo en el instituto de Manna Seigbahn ubicado en Suecia, donde encontró más obstáculos que hospitalidad; tenía el sueldo más bajo de la institución, no se le permitía tener estudiantes, le dieron pocos recursos para su laboratorio… aún así, ella reemprendió sus investigaciones.
Lise mantenía comunicación con Hahn, donde debatían resultados y decidían nuevos proyectos. El nuevo ayudante de Hahn, Otto Fritz Strassmann, comprobó que, sin ella, Hahn se sentía perdido y la reconoció como líder intelectual del grupo. En 1902 Hahn y Strassmann realizaron un experimento que Lise interpretó como la separación del uranio en dos núcleos menos pesados. Aunque desconocían las causas, publicaron los resultados sin ella, justificándose en que no podía publicar con una disidente judía.
Lise y su sobrino, Otto Robert Frisch, fueron los primeros en articular y justificar la primera fisión nuclear (la ruptura de un átomo pesado en otros menos pesados y más estables) con la ley del incremento de la masa de Einstein. En 1942 se le ofreció participar en el proyecto Manhattan para construir una bomba atómica y terminar con el régimen nazi; sin embargo, ella no aceptó y dejó sus razones muy claras: no quería tener nada que ver con una bomba.
En 1944 se le concedió a Otto Hahn el premio Nobel de química… y nada para Lise. Cuando pudo recoger su premio en 1947, este no mencionó siquiera los 30 años de colaboración con ella. Hahn decía que él era el único inventor de la fisión y que Meitner solo entorpecía sus experimentos.
A pesar de no recibir el Nobel, se le dieron otros reconocimientos. Se le llegó a considerar “la madre de la bomba atómica”, título que nunca le gustó. Entre ellos, en 1946 fue nombrada mujer del año en EE.UU. En 1966 Hahn, Meitner y Strassman recibieron el famoso premio Enrico Fermi. A pesar de que Otto Hahn intentó que Meitner no recibiera tal reconocimiento, Strassman no lo permitió; además, en su honor, el elemento químico 109 se nombró Meitnerio.
Hay muchas otras mujeres que juegan papeles fundamentales en la ciencia y que no se les reconoce como debería, entre ellas Katherine Johnson, una matemática que trabajó en la NASA durante la carrera espacial cuyos cálculos fueron fundamentales para el lanzamiento del Apolo 11; Fabiola Gianotti, quien en 2016 se convirtió en la primera mujer en dirigir el principal centro de física de partículas del mundo, el CERN, ubicado en Suiza; Christiana Figueres, quien entre 2012 y 2016, fue la Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático; Kiran Mazumdar-Shaw, fundadora y presidenta de Biocon, una empresa pionera en el campo de la biotecnología y se le considera la reina de la biotecnología; Gwynne Shotwell, ingeniera mecánica y presidenta y directora de operaciones de SpaceX; y Margaret Chan, quien fue la directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) entre 2007 y 2017.
Existen muchas historias sobre otras mujeres que han hecho contribuciones muy importantes en la ciencia a través de la historia y en nuestros tiempos, pero que no se les ha dado el reconocimiento que merecen. Sus historias muestran que el apoyo familiar es fundamental para todos los que quieren iniciar un proyecto, y dan cuenta de todos los obstáculos que superaron para llegar a donde llegaron. Las historias que podemos conocer son solo aquellas sobre quienes alcanzaron a llegar a la cima, pero ignoramos a todas las que se quedaron en el camino. Visibilizarlas a todas es fundamental para inspirar a las que vienen, para hacerles más fácil el camino.
Por las que fueron, las que son y las que serán.
Fuentes:
https://www.diariolibre.com/actualidad/mujeres-cientficas-cocinan-limpian-y-ganan-premio-nobel-LMDL376951
https://parqueexplora.org/nochesrarasvaleria
https://www.bbvaopenmind.com/ciencia/matematicas/hipatia-de-alejandria-matematicas-contra-la-intolerancia/
https://virtual.uptc.edu.co/ova/estadistica/docs/autores/pag/mat/Hipatia3.asp.htm
https://mujeresconciencia.com/2014/06/25/agnodice-atenas-300-c/
canalhistoria.es/blog/agnodice-la-primera-mujer-cientifica/
lavozdegalicia.es/noticia/informacion/2015/11/08/hedy-lamarr-orgasmo-cine-invento-wifi-doodle-google/00031447004487836381326.htm
https://mujeresconciencia.com/2015/11/30/hedy-lamarr-la-inventora/
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/hedy-lamarr-actriz-que-invento-wifi_14882
https://mujeresconciencia.com/2015/03/04/lise-meitner-la-cientifica-que-descubrio-la-fision-nuclear/
https://mujeresconciencia.com/2019/04/09/la-alumna-lise-meitner/
https://elpais.com/especiales/2018/mujeres-de-la-ciencia/lise-meitner.html
https://www.senalcolombia.tv/documental/lise-meitner-bomba-atomica
https://www.bbc.com/mundo/noticias-39135571