Por Stiven García • Zona Deportiva
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El 14 de agosto de 1966, en Buenaventura, nació un coloso. Ese día, vino al mundo Freddy Eusebio Rincón Valencia.
Creció sin lujos, jugando al fútbol descalzo en los barrizales de su barrio, pero conforme fue creciendo se fue dando cuenta de que era un privilegiado por partida doble: por un lado, tenía talento innato con la pelota en los pies y, por otro lado, era dueño de un “lomo” tremendo. Era un grandote, con técnica depurada, algo no muy común.
Sus primeros pasos (y pases) los dio en el Atlético Buenaventura, que le quedó pequeño. Migró a Bogotá, la gran capital, en busca del sueño del fútbol profesional, y lo cumplió en Independiente Santa Fe, donde conoció a su padre futbolístico: Jorge Luis Pinto.
Fue el técnico santandereano quien le dio a Freddy Rincón la oportunidad de debutar en 1986. En Santa Fe le fue tan bien, que Pinto les llegó a decir a los demás jugadores del club que “Santa Fe es Rincón y 10 más”. Contundente.
Su altísimo rendimiento en Santa Fe llamó la atención de América de Cali, que lo incorporó en 1990 y donde fue campeón del fútbol colombiano en el 91 y el 92.
Justamente en 1990, Rincón protagonizó y le regaló al país un momento histórico, que quedó en la retina de propios y extraños: el 19 de junio de 1990, la selección Colombia encaraba el último partido de la fase de grupos del Mundial de Italia frente a la encopetada Alemania y, para sorpresa de todos, el combinado nacional dominó el encuentro y generó las opciones de gol más claras, pero no logró embocar ninguna.
En el minuto 89, los alemanes se encuentran con un gol que no merecían y parecía no haber tiempo para que Colombia aspirara a algo más. Pero, apenas un minuto después del gol de Littbarski, Leonel Álvarez recuperó la pelota en inmediaciones del área colombiana y se la entregó al “Bendito” Fajardo, quien se la entregó al “Pibe” Valderrama, el “mono” giró y se sacó 3 alemanes de encima, y en cuestión de un segundo hubo cuatro toques, Valderrama a Rincón, Rincón a Fajardo, Fajardo a Valderrama, y finalmente una puñalada entre líneas de Valderrama para Freddy Rincón que lo dejó mano a mano con Illgner, quien ni siquiera se enteró cuándo la pelota le pasó entre las piernas. Un grito para la posteridad, inmortal, inmarcesible.
Después de su paso por América, Rincón se fue 6 meses a Palmeiras y de ahí pegó el salto a Europa, cosa que no era tan común en ese momento como lo es ahora.
Su nueva casa fue el Napoli de Italia, y allí no desentonó. Jugó 38 partidos y marcó 7 goles. Por ello, el Real Madrid puso sus ojos en él. Jorge Valdano lo pidió para su equipo y allí llegó Freddy con muchas metas en mente que, al final, no se materializaron. No fue un buen año en general para los merengues y Rincón salió del club tras apenas un año en el que participó en 21 partidos y solo aportó una asistencia.
En 1996 se dio su regreso a Brasil, donde triunfó. Llegó a Palmeiras y algunos meses después llegó a Corinthians, su lugar en el mundo. En el Timao desplegó su mejor fútbol, ganó dos Brasileiraos y levantó el trofeo de campeón del primer Mundial de Clubes en el año 2000.
Posteriormente pasó por Santos y Cruzeiro y se retiró del fútbol profesional en el año 2004.
En su palmarés obtuvo dos ligas con el América de Cali en 1990 y 1992. Mientras que en Brasil conquistó dos campeonatos paulistas, uno con el Palmeiras en 1994 y otro con el Corinthians, así como tres títulos del Brasileirao: Palmeiras (1994), Corinthians (1998 y 1999) y un Mundial de Clubes con el «Timao».
Tras su retiro siguió ligado al fútbol, sobre todo en medios de comunicación y algunas experiencias como miembro de cuerpos técnicos, siendo la más recordada, por reciente, la de asistente técnico de Jorge Luis Pinto en Millonarios en el 2019.
Un accidente automovilístico acabó con la vida del “Coloso” el 13 de abril de 2022. Murió el ídolo, pero nació la leyenda. Nos deja todas sus gestas a los amantes del fútbol, que nunca olvidaremos su paso por este mundo, en el que nos hizo tan felices.
Paz en su tumba.