“Que la comida sea tu alimento y tu alimento tu medicina” Hipócrates
¿Te has encontrado alguna vez abriendo la nevera, buscando un bocadillo o comida, no porque tengas hambre, sino porque sientes que te hace feliz o te calma?, entonces, es posible que estés experimentado la alimentación emocional.
De este modo, la alimentación emocional se define, de acuerdo con Faith, Allison y Geliebter (1997) como: comer en respuesta a una serie de emociones negativas como la ansiedad, la depresión, la ira y la soledad para hacer frente al afecto negativo.
Esto quiere decir que la alimentación emocional es cuando comes para sentirte mejor en respuesta de algún evento o estado de ánimo, en lugar de satisfacer el hambre física. Esto suele ser una solución temporal y, aunque te sientes bien en el momento, muchas personas a menudo se sienten peor después. ¿Por qué? porque elegimos alimentos calóricos que nos generan sentimientos de culpa (azúcares, harinas o grasas) y rara vez elegimos una opción saludable.
Cómo controlar el hambre emocional
Para aprender a controlar el hambre emocional es clave identificarla primero. Hay dos tipos de alimentación, la real y la emocional; y si no estás seguro de poder reconocer la diferencia entre ellas… ¡detente! y antes de comer cualquier cosa hazte las siguientes preguntas: ¿realmente tengo hambre? ¿Hace cuánto que comí? ¿Cómo me siento? así, te resultará un poco más fácil evitar comer emocionalmente.
Hay muchas emociones 1 que pueden conducir a una persona a experimentar una alimentación emocional y hacer que busque consuelo en la comida. Algunos detonantes pueden ser:
- Estrés
- Ansiedad
- Culpa
- Situaciones sociales
- Miedo
- Felicidad / celebración
- Aburrimiento
- Hábitos
- Fatiga
- Ira
Mira el siguiente cuadro que puede ayudarte a identificar el hambre real del hambre emocional.
¿Ya tienes claro por qué buscas comida?, estás estresado, triste, decepcionado… entonces practica alguno de estos trucos:
- Bebe agua o infusiones como té, café u otras en lugar de ingerir alimentos sólidos para que el momento de «ansiedad» o búsqueda de comida pase. Las bebidas calientes, según la cultura oriental, son recomendables porque cumplen un papel importante en la digestión: ayudan a disolver y procesar la grasa de los alimentos. También es buena para eliminar toxinas y relajar el sistema nervioso.
- Distráete. Lee un libro, escucha música, sal a caminar o a pasear a tu mascota, haz ejercicio, medita, arregla el cajón de la cocina o realiza alguna actividad que te anime o te relaje puede ser también una forma de reemplazar el consumo de alimentos por emociones.
- Tentaciones saludables, procura tener en tu casa alimentos de buena calidad, que te gusten y sean saludables.
- Mastica bien los alimentos, tómate tu tiempo para degustar y disfrutar lo que estás comiendo: qué color tienen, a qué huelen, cuál es su forma, etc.
- Dialoga con un familiar, un amigo o un profesional puede ser de ayuda para resolver emociones que te empujan a comer.
- Intenta reconocer y manejar tus emociones para reducir tu ingesta emocional. Entonces, evitar el estrés, realizar actividad física con regularidad, descansar bien cada noche, tener apoyo emocional o posibilidad de externalizar emociones ayuda a controlar esa necesidad de comer por emoción.
- ¡Ahhhh! y nunca vayas a mercar con hambre.
En resumen, la alimentación emocional es muy frecuente, pero no debe controlar todo lo que consumimos. Alimentarnos de forma variada, con una dieta rica en verduras y frutas, hacer actividad física y mantener equilibrada nuestras emociones, son factores claves para proteger la dieta y la salud, conseguir una buena calidad de vida y tener armonía entre cuerpo y alma.
Lea también:
- ¿Cómo alimentarnos adecuadamente para estar saludables?
- ¿Cómo influyen las emociones en nuestra alimentación?
Fuentes
- Sandra Flórez, coach de hábitos saludables. Master Class: alimentación para cuerpo y alma.
- https://www.directoalpaladar.com/salud/alimentacion-emocional-que-es-y-por-que-deberiamos-controlar-su-presencia
- Del latín emotio, la emoción es la variación profunda pero efímera del ánimo, la cual puede ser agradable o penosa y presentarse junto a cierta conmoción somática. ↩