Recordar es vivir, como bien dice esta famosa frase. Sin embargo las fotografías que en esta oportunidad repasamos nos evocan vidas pasadas, tiempos lejanos para una sociedad a veces convulsa que en medio del trajín olvida sus antepasados, sus raíces, sus orígenes.
Las imágenes rememoran viviendas derruidas por el tiempo, calles que a pesar de ser comunes hoy en día en medio de la cotidianidad se nos muestran casi que irreconocibles, empedradas y polvorientas pisoteadas por ciudadanos descalzos y enruanados.
«Desde tiempos inmemoriales, por esas rutas transitaba el comercio que los indios del valle realizaban con las tribus que vivían en el occidente, al otro lado de la cordillera, y fue por ese sendero de piedra que descendieron Jerónimo Luis Tejelo y Jorge Robledo en agosto de 1541 hasta la vereda Buga situada en lo que hoy es el corregimiento de Altavista», según narra Nestor Armando Alzate en su libro «La bella villa».
En 1574 todo el sector conocido como El Guayabal, que comprendía desde el cerro El Volador hasta Itagüí, aparecía en los registros a nombre de don Gaspar de Rodas, tierras que luego de pasar a propiedad de don Fernando Toro Zapata se convirtieron en el Señorío de Aburrá.
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«A mediados del Siglo XVII ya afloraban en esa generosa llanura varios villorrios en El Rincón, San Ciro, Aguas Frías, Tenche, Altavista, El Salado de los Pérez» y alrededor de la capilla de San Juan de Dios que era viceparroquia dependiente de la iglesia de La Candelaria.
Más adelante en 1814, el vicario Lucio de Villa presidió la ceremonia que elevó la capilla a condición de Parroquia de Nuestra Señora de Belén, cuyo primer párroco fue el científico y sacerdote José María Céspedes.
Ana María de Toro Zapata, heredera de don Fernando, pasó a ser la propietaria tras la muerte de su padre y dentro de las mismas se encontraba el caserío de Las Playas ubicado en lo que hoy es San Bernardo y hasta el barrio Antioquia.
Por estas zonas habían extensos playones por los que transitaban los pobladores y sus mulas para vadear el río sin peligro. De ahí el nombre de lo que hoy se conoce como Belén Las Playas.
De acuerdo con los historiadores, en 1814 el sector pasó a llamarse Belén de Otrabanda y en 1830 se nombró de manera definitiva Belén.
Si bien las fotografías pertenecen, en varios casos, a los archivos de la Biblioteca Pública Piloto y en otros a archivos particulares, estas fueron tomadas del grupo público: Facebook.com/groups/historiafotograficademedellin